I

Las ciudades en un principio fueron levantadas por esclavos,

Es por eso que hasta las flores sufren en ellas de cautiverio.

Mis juegos de niño se han vuelto tan serios

Que nadie los comprende todavía.

Vago por pequeños planetas, que rondo mil veces al día.

Me persigo a mí mismo,

Entre vuelta y vuelta me pierdo y me confundo,

Y otra vez de vuelta me descubro.

Sonriente, como un niño después de hacer una travesura.

Y estuve tan solo, que nadie supo de mí, lo que la soledad y la penumbra.

Así que levante una tienda en la calle más concurrida.

alquilé mi tiempo tras de una vitrina,

Vendiendo certezas de hilada fina…   

Tejidas en fábricas atestadas por gente confundida.

Cobré las dudas que se atesoran en sus pobres bolsillos.

Vendí la imagen de su sombra bajo la luz de los bombillos.

Fui un poeta mercenario, traficante de apariencias…

II

Una mujer que pasa por el frente deja una estela de un aroma indescifrable,

Y a veces nada de esto me conmueve.

Invento versos en pequeños papeles de oficina,

Empeño mí tiempo detrás de una vitrina,

Escribo que soy una sombra entre la gente.

Escribo mis fracasos en hermosas rimas…

En otras oportunidades escapo a horizontes de papel amarillo

Sobre viejos libros de filosofía.

Estoicamente espero, desperdiciando mi vida.

-que ahora nadie me moleste  ¡estoy soñando!-

Estoy inventando nuevas mentiras.

Allende las estrellas,

Allende lo humano,

Allende el mundo y sus abismos…

Mientras nadie me interrumpa, voy a tejer imposibles,

Voy a derrumbar todos los cimientos del capitalismo.

Todos se esconden de un fantasma asesino…

Y el miedo se contagia en estas calles,

-Ser o no ser- es ahora y siempre; cuestión de principios.

III

Yo no me sé solo,

Si supieras muchacha de perlados ojos,

¿Cuantas cosas me son difíciles en esta vida?…

¿Cuándo vendrás a robar a mi tienda niña querida?

Tu que vistes las lanas trenzadas por los indios,

Prefieres la madera, a la plata y te adornas de semillas,

Sé que no gustas de la soberbia de mis trajes finos,

Y no hay nada valioso para ti en mis vitrinas.

Vendrás y me escogerás a mí,

Como escoges el artista de tus discos.

Los instantes nuestros están tiernamente tejidos…

Cuando tu alma brilla en esta calle, todo suele ser sublime.

Melodías nostálgicas, voces escondidas en polifonías,

Violines alegres, bandoneones tristes.

Y todo tiembla cuando suena una trompeta,

Es un jazz de melancolía donde tu alma brilla.

Y Vuelvo a ser la luz en la ventana,

Vuelvo a ser el viento en la alborada,

Y un día de sol en el que cae la brisa.

Pero hoy tengo que matar la esperanza de tu espera,

Frente a toda la multitud que pasa con prisa;

Frente a toda esa indiferencia…

-mis manos criminales facturan hoy una desidia-

Y cuando pase mi bus, me largo.

-mis manos facturan la primera venta-

Mi alma a cambio de unas monedas.

 

 

 

 

 

Autor : Martín Hache 

Compositor, poeta, escritor y guionista, activista político, anarquista. Autor del libro de poesía «Las Deidades del Delirio».  Amante de las causas perdidas y soñador de imposibles. Miembro de «OCTANTE» colectivo artístico. 

 

Fotografía : Noell Osvald

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